jueves, 14 de junio de 2012

El sospechoso habitual y las hachas que esperan cuello

Nunca fui un gran defensor de Vicente del Bosque como estratega del fútbol, me parece un poco lento de reflejos, sencillo en sus planteamientos y nada innovador. Eso sí, el entrenador no solo necesita tener esa faceta de estratega, y en el resto de ámbitos, como el trato con el jugador, el manejo de vestuarios o la relación con el entorno, este hombre se merece un 10.

Hasta ahora me molestaba un poco ese halo de inviolabilidad alrededor del seleccionador nacional, todos le agradecemos su responsabilidad indudable en el título de Campeones del Mundo que tan felices nos hizo, pero hay soluciones tácticas y técnicas que son, al menos, opinables. También lo han sido los resultados de algunos amistosos, donde hemos sido vapuleados por selecciones de nuestro nivel. No obstante, desde muchos medios de comunicación ensalzaban su figura a niveles casi celestiales. La magna obra que es esta selección tiene un padre: Luis Aragonés. Del Bosque, desde su bendito sentido común, trató de mantener (con aportaciones más o menos acertadas de su cosecha) la línea de Luis. Incluso le reconoció parte del trabajo en la entrega del Premio Principe de Asturias a La Roja (por cierto, hasta el mote de nuestra selección se le debe a Aragonés).

De las aportaciones de Vicente del Bosque, no me gusta el doble pivote, que hace que tres grandes jugadores como Xabi Alonso, Sergio Busquets y Xavi Hernández se coman el espacio y las funciones unos a otros, jueguen incómodos y, además, evitan que en la alineación pueda haber otro bajito más cerca del área. Tampoco me gusta esa propensión a quitar a Silva, que parece que tiene que demostrar más que nadie para no perder el sitio. Ni la obsesión por usar extremos, que a veces son muy necesarios pero en otras ocasiones quitan el puesto a lo mejor que tenemos, los medios de toque.

Dentro de las decisiones discutibles puede estar el planteamiento del partido contra Italia, sin delantero centro. Más discutible aun cuando en la convocatoria llevó a tres nueves. Lo que no me parece justo es que gente que estuvo callada cuando los vientos soplaban a favor, aprovechen una decisión táctica que, más allá de su éxito en la práctica, tiene un desarrollo teórico lógico ante el dibujo italiano con tres centrales, para poner el hacha en el cuello del seleccionador. Tengo la impresión de que son hachas que esperaban este cuello desde hace tiempo y no veían la oportunidad de salir a relucir.

Más allá de la crítica, siempre legítima, ya que el fútbol es un maravilloso motivo de debate, atacar con denuedo a una persona como Del Bosque, que siempre ha demostrado sentido común, buena fe y respeto por los demás, me parece de bajo nivel. No fue un mal planteamiento, aunque no funcionó, en mi opinión el mayor error fue no cambiar antes para meter en el campo un delantero centro y alguien que abriera a las bandas. Nada más. Además, el resultado fue un empate con Italia, que no es ninguna perita en dulce.

Por otro lado, la crítica se ha centrado en Fernando Torres, el sospechoso habitual de La Roja. El Niño siempre fue un jugador desesperado y desesperante. Recuperado anímicamente tras dos años muy flojos es un jugador potente, vertical y valiente como nadie. Es un delantero que cae a las bandas, se mueve entre los centrales, les descoloca, pelea cada balón ya sea por raso o de cabeza, es fuerte, alto y rápido, se come el campo con la desesperación del juvenil que busca la gloria. Pero al mismo tiempo, esa potencia, verticalidad y prisa por hacer las cosas, hace que le falte pausa de cara al gol, esa calma de los grandes delanteros que, de haberla tenido, le habría convertido en un jugador histórico.

Torres es una bendición para sus compañeros. Durante años ha sido, gracias a su movilidad, el socio perfecto de Villa, que se aprovechaba de los huecos abiertos por el delantero madrileño para hincharse a marcar con La Roja. Marcó el gol de la final de la Eurocopa de 2008 en una jugada que fue un compendio de sus características: un buen movimiento que facilitó el gran pase de Xavi, un mal primer toque que posibilitó a Lahm adelantársele y un pundonor irrefrenable que hizo que le quitara la cartera al alemán y pudiera batir a Lehmann. Contra Italia jugó 20 minutos, facilitó la verticalidad del equipo, que había estado algo espesillo al encarar la línea defensiva transalpina, y se fabricó hasta tres oportunidades que no acertó a concretar. La crítica se ha centrado en que no acertó con esas ocasiones, mano a mano con Buffon no supo decidir bien, se aturulló como le ha pasado en otras ocasiones y no han faltado las voces que le han recordado su historial de oportunidades perdidas. Muchos otros jugadores hubieran acertado alguna de esas oportunidades, pero ¿las hubieran sabido generar? Siendo justos, cabe hacerse también esa pregunta.

Su escaso porcentaje de acierto esconde su capacidad para crear ocasiones. Eso le hace ser habitualmente vilipendiado y le convierte en blanco de constantes juicios por parte de los aficionados, más duros con sus fallos que con los de cualquier otro jugador. Tampoco le ayuda a la hora de ser criticado su corazón colchonero al no gozar del favor de ninguno de los dos lobbys de presión del fútbol español: madridistas y barcelonistas. Por suerte para él, y como escribí en una entrada anterior de este blog, ha visitado el infierno y ha vuelto, por lo que está curado de espantos y con más ganas que nunca de volver al más alto nivel.

Veremos que esquema utiliza España contra Irlanda. Personalmente, creo que España debería probar a Juanfran en el lateral en lugar de Arbeloa, el madridista no parece muy fino y apenas aporta profundidad por banda. Si Arbeloa mantiene el puesto, debería aparecer Navas para abrir el campo por la derecha, si bien con Juanfran ese puesto podría ser para un medio combinativo más. También sacaría a Busquets de la alineación titular para refrescar ese pivote con más espacios para que se muevan por allí Xavi (o Cesc si el de Terrassa descansa) y Alonso. Arriba, seguiría contando con El Niño, por detrás de él, Cesc o Silva si el exjugador del Arsenal cubriera el puesto de Xavi Hernández, y los hombres abiertos de la línea de cuatro por delante de Xabi Alonso serían el impresionante Iniesta (que no nos falte nunca) y Silva o Cazorla, en función de la decisión que se tome con Xavi.

Esto no es nada más que mi opinión, tan discutible como la de cualquiera, seguramente más discutible que la de Del Bosque, que al fin y al cabo es quien tiene la responsabilidad y más información que nadie de como están los jugadores. Alentemos la crítica, constructiva, mesurada y justa, pero no olvidemos que si España sigue avanzando en el torneo, a la hora de subirse al carro de la celebración cada uno será esclavo de sus palabras, y nunca es bueno caer en la incoherencia.

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